miércoles, 4 de abril de 2012

EDUCACIÓN DE CALIDAD I


                                                                                EDUCACIÓN DE CALIDAD. I
                                                                                           DEFINICIÓN
                                                                                                               Antonio Luis Cárdenas Colménter

El hombre es un ser gregario y por lo tanto siempre ha vivido en sociedad, pero a medida que ha ido evolucionando ha ido creando diferentes tipos de sociedad caracterizados por sus adelantos, desde las tribus de recolectores y cazadores más primitivas hasta llegar a la sociedad del conocimiento y la información. Pero no ha sido una evolución homogénea para toda la humanidad, y de ahí que en una misma época encontremos distintos tipos de sociedad diferenciados por sus adelantos y modos de vida y de ahí, también, que las más adelantadas dominen y sojuzguen a las más atrasadas. Es lo que sucede hoy en que los países llamados desarrollados, cuyo principal recurso es el conocimiento, dominan a los subdesarrollados que todavía dependen de los recursos que les proporciona la naturaleza y del trabajo manual o industrial.    
Entre esos países llamados desarrollados y los países subdesarrollados, se ha creado una brecha que no solo se mantiene, sino que se ensancha cada día más, y esto es el resultado, como lo dice Peter Drucker, (1) de esa larga evolución en la que se pasó de trabajar “con el sudor de la frente y la fuerza muscular al trabajo industrial, y, finalmente, al trabajo intelectual”. De ahí que el instrumento para  reducir esa brecha hasta eliminarla, sea la educación, la investigación y el desarrollo. En un pequeño libro que publiqué en 1996 (2), señalé que mientras los países desarrollados invierten alrededor del 10% del PIB en educación, la tasa histórica en Venezuela es de un 5%, la cual se ha mantenido, ya que en el proyecto de presupuesto para el 2005 se estimó en 4,6% (3) Decía también que, según Drucker, (4) los países desarrollados gastan el 20% de su PIB en producir conocimiento y difundirlo a través de la educación y la capacitación de la población, mientras que en la América Latina se debe estar invirtiendo alrededor de un cuarto de esa proporción. Otro dato importante, suministrado por el embajador del Japón(5) es que, en ese país, en 1992, se invirtió solo en investigación el 2,96% del PIB y que el 70% de esa inversión provino del sector privado, en cambio en nuestro país, según me informó Horacio Viana, investigador en el IESA, se invierte solo el 0,3% en investigación y desarrollo y de esa pequeñísima inversión no más de un 1% proviene del sector privado.  
Los países llamados tigres de Asía (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán), comprendieron porqué ellos estaban entre los países subdesarrollados y qué debían hacer para salir de esa situación, a partir de 1950, empezaron a invertir en educación, investigación y desarrollo y en pocos años se desarrollaron y hoy son un ejemplo para el mundo. Voy a poner solo dos ejemplos de lo que ellos hacen tomados de mi libro ya citado: en Corea del Sur, entre 1970 y 1989, la inversión en términos reales por alumno de primaria se elevó en 335%. En Japón, que tuvo un desarrollo muy importante después de la II guerra mundial, ningún niño abandona la escuela antes del noveno grado y un 95% de esos niños ingresa a la educación media superior y de ese grupo un 60% continúa estudios superiores. En nuestro país, en el 2006, de cada 100 niños solo 54 terminaron el noveno grado y 17 obtuvieron el título de bachiller.                                                                                                                                                                                                                                                                                                            
Por esa razón la prioridad para Venezuela debe ser la educación, pero no cualquier educación sino una educación de calidad para toda la población, y para que esto se cumpla el Estado debe proporcionar los recursos necesarios y asegurarse de que las clases sociales más pobres también la reciban. La educación de calidad es muy cara, pero el no tenerla resulta mucho más caro porque condena al país a la dependencia y al subdesarrollo.
Una educación es de calidad cuando ella ofrece igualdad de oportunidades y forma ciudadanos educados, con una sólida base moral, conscientes, reflexivos, críticos, responsables, solidarios, honrados, amantes de la libertad y del trabajo, respetuosos de todas las corrientes de pensamiento, conocedores y cumplidores de sus deberes y defensores de sus derechos, adaptados a la sociedad del conocimiento y la información, capaces de obtener una información que crece de manera exponencial y convertir esa información en conocimiento con el objeto producir la riqueza que se necesita para el bienestar de la sociedad y el desarrollo del país. Debe ser activa para que el alumno sea el agente principal en la adquisición de los conocimientos y el maestro o profesor deje de ser un dador de clases para convertirse en un orientador y un guía oportuno conocedor de la materia objeto de estudio y aprendizaje. En este tipo de educación el desarrollo de la memoria es útil, pero lo más importante es la compresión porque de ella depende el verdadero aprendizaje.
En noviembre de 1996 la Fundación Santillana convocó para la realización de su XI Semana Monográfica, dedicada al igual que las diez que la precedieron, al tema educativo. En esta oportunidad los invitados debíamos debatir sobre el contenido del informe titulado “La educación encierra un tesoro” publicado por la UNESCO. A mí me correspondió introducir el tema “Calidad del aprendizaje en la educación escolarizada y en la formación continua” y en mis palabras introductorias dije que: “Un sistema educativo es de calidad cuando responde cabalmente a los objetivos que se le plantean en cada momento de la historia y del desarrollo de los pueblos. La etapa que vivimos está caracterizada por la globalización, el conocimiento, la información y el rápido cambio e incremento del saber. Pero también por una acentuada desigualdad entre los hombres y entre las naciones. Una educación que no responda a esas características no puede considerarse de calidad y nuestra educación, como dice Ricardo Diez Hochleimer, “vive en el pasado porque el presente en que se desenvuelve es ya profundamente diferente a la realidad en respuesta a la cual ha sido concebida”.(6)
En esa oportunidad yo consideré como una buena definición de calidad la que Diez Hochleirmer da de excelencia cuando dice que es la que se alcanza: “en los centros educativos cuando se logra la formación integral de la persona con amplio conocimiento, con mente crítica, con capacidad para entender la realidad social, con conciencia de sus deberes y derechos y con una actitud de compromiso con la transformación de la sociedad hacia metas superiores de convivencia y bienestar hasta lograr la mejora de la calidad de vida del ser humano en todas sus dimensiones”.((7)
Según la Conferencia de Jomtiem (1990), para que la educación básica sea de calidad debe atender las necesidades educativas del hombre, y apuntó que estas: “conciernen tanto a los instrumentos esenciales para el aprendizaje (lectura, escritura, expresión oral, cálculo, resolución de problemas) como a los contenidos educativos fundamentales (conocimientos, aptitudes, valores, actitudes) que el ser humano necesita para sobrevivir, para desarrollar sus facultades, para vivir y trabajar en dignidad, para participar plenamente en el desarrollo, para mejorar la calidad de su existencia, para tomar decisiones acertadas y para continuar aprendiendo).
Luego los panelistas expusieron sus ideas. Mircea Malitza, presidenta de la Fundación de la Universidad del Mar Negro (Rumania) presentó una ponencia: “Educación para el siglo XXI”, Alain Bienaymé, profesor de la Universidad de París IX, presentó su ponencia: ¿Cómo reformar la escuela?, Philip H. Combs, expresidente del Consejo Internacional para el Desarrollo de la Educación, presentó una ponencia titulada: “Confesiones de un reformador educativo inquieto” y, finalmente, Torsten Husén, presidente del Instituto de Educación Internacional, Universidad de Estocolmo, presentó su ponencia: “El escenario para el fomento de la educación formal y no formal”. Las palabras introductorias y las ponencias están recogidas en un libro publicado por la Fundación Santillana titulado “Aprender para el futuro. Desafíos y oportunidades”.
Mérida, 31/03/12                   

(1)    Drucker, Peter F. Las Nuevas Realidades, Editorial Norma, Bogotá, p. 165.

(2)    Cárdenas Colménter, Antonio Luis. Los Retos del Siglo XXI: Sociedad del Conocimiento y Educación, Editado por FEDUPEL, Caracas, p. 35.

(3)    Herrera, Mariano. El Sistema Educativo Venezolano, Tabla Nº 14.1

(4)    Drucker, Peter F, La sociedad poscapitalista, Editorial Norma, Bogotá

(5)    Asomura, Kuniaki, La evolución tecnológica y el desarrollo económico del Japón en la posguerra. Discurso, Universidad Nacional Experimental del Táchira, San Cristóbal, 28 de junio de 1995.

(6)    Diez Hochleimer, Ricardo. Documento Básico de Trabajo: Aprender para el Futuro. Desafíos y Oportunidades, 1996, Fundación Santillana, Madrid, p. 11.

(7)    Ibidem, p.15.

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