lunes, 20 de febrero de 2012

ACABAR CON LAS UNIVERSIDADES


                                                  ACABAR CON LAS UNIVERSIDADES.           
                                                                        Antonio Luis Cárdenas Colménter
Cuando  buscamos las diferentes clasificaciones que existen sobre las mejores universidades del mundo y de América Latina y nos encontramos con que ahora no aparece ninguna  de Venezuela, sentimos una profunda preocupación por el futuro de nuestro país. Esta preocupación se agiganta cuando uno toma conciencia de que el mundo desarrollado vive en una nueva sociedad: “La Sociedad del Conocimiento y la Información”, en la que el avance y los cambios en la ciencia y en la tecnología se aceleran cada día más y que, además, las universidades son, por antonomasia, las instituciones encargadas de conservar, hacer avanzar y transmitir el saber al más alto nivel.
Esta catastrófica situación tiene una explicación a la vista de todos. Nunca como en este gobierno había existido una política deliberada de acabar o hacer retroceder a las universidades de mayor prestigio para sustituirlas por universidades mediocres en las que no se hace ningún tipo de selección, no se realiza investigación y se gradúan profesionales a granel y sin la debida preparación.
Las universidades de más experiencia y con un prestigio que antes era reconocido no solo en el país sino también en el exterior, han sIdo objeto de las más horrendas agresiones, en especial la Universidad Central de Venezuela que es atacada por bandas armadas de inconscientes, guapos y apoyados  que no solo obstaculizan las labores que ahí se realizan, sino que destruyen instalaciones de una obra que por su importancia y belleza forma parte del patrimonio de la humanidad.
Durante la mal llamada “cuarta república”, estábamos conscientes de las necesidades que tenían estas instituciones, pero no había los recursos financieros necesarios para solucionarlas, sin embargo se hacía todo lo posible para  resolver los problemas y, por sobre todo, se les apreciaba y respetaba. Hoy, con las divisas que aporta el petróleo de más de diez veces del valor que tenía para entonces, no solo no se les proporciona lo que necesitan, sino que desde hace algunos años se les congelaron sus  presupuestos sin tomar en cuenta la desmedida inflación.
Un gobierno mediocre no puede producir otra cosa que no sea mediocridad. Afortunadamente se ha abierto un nuevo camino, una nueva esperanza y todo depende de nuestra voluntad, es decir del pueblo venezolano que ha sido convocado a elecciones el próximo 7 de octubre.
Mérida, febrero de 2012.


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