CARTA A LOS MAESTROS Y PADRES DE
FAMILIA. XX
IDEARIO EDUCATIVO DE BOLIVAR. II
Apreciados colegas y amigos
En esta segunda carta sobre Bolívar y la educación, voy a
referirme al concepto que él tenía del maestro, entendido como un docente en
cualquier nivel del sistema educativo.
En el apéndice a la Constitución relativo al Poder Moral propone,
como una de las funciones que debía cumplir el Areópago, que designara “… a
la veneración pública los institutores e institutrices que hayan hecho mayores
adelantamientos en sus colegios…” (1) y más adelante agrega: “Este empleo será el más considerado, y los
que lo ejerzan serán honrados, respetados y amados como los primeros y más
preciosos ciudadanos de la República.”
En enero de 1824, al enterarse Bolívar que Simón Rodríguez había
regresado a Colombia, le escribió una carta en la que le decía: “¡Oh mi
maestro¡ ¡Oh mi amigo¡ Oh mi Robinson, Ud. en Colombia¡ Ud. en Bogotá, y nada
me ha dicho, nada me ha escrito.” Y más adelante agrega: “Ud. formó mi corazón
para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso.” … “Ud. ha
visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel y Ud. no habrá
dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la
enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos, ellos
son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que yo planté; voy a gozar de la
sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a
todo.”
A Santander le escribió para pedirle que le diera dinero a Simón
Rodríguez para que fuera a verlo, porque él había sido su maestro y su
compañero de viajes, y agregaba: “es un genio, un portento de gracia y de
talento para el que lo sabe descubrir y apreciar… Él es un maestro que enseña divirtiendo…”
Para comprender mejor el amor que
sentía Bolívar por su maestro, creo necesario recordar el estado de postración
en que él había caído luego de la muerte de su esposa. En Viena Bolívar, con
sólo 21 años de edad, pensó que se iba a morir, pero Rodríguez logró sacarlo de
ese estado y reanimarlo. Según sus propias palabras, le “hizo comprender que el
amor no era todo en la vida de un hombre, y que la ciencia y la ambición podían
hacerlo a uno muy feliz…” (Carta a Teresa Laisney de Tristán. París, 1804.
En el artículo publicado por Bolívar,
citado en la carta anterior, dice: “… el hombre generoso y amante de la Patria,
que sacrificando su reposo y su libertad
se consagra al penoso ejercicio de crearle Ciudadanos al Estado que le
defiendan, le ilustren, le santifiquen, le embellezcan, y le engendren otros
tan dignos como él, es sin duda
benemérito de la Patria: merece la veneración del Pueblo y el aprecio del
Gobierno. El debe alentarle, y considerarle distinciones honrosas.” En
párrafo aparte agrega: “El Gobierno debe proceder como hasta aquí: elegir entre
la multitud, no un sabio, pero sí un hombre distinguido por su educación, por
la pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial,
accesible, dócil, franco, en fin en quien se encuentre mucho que imitar y poco
que corregir.” Casi al final del artículo precisa más como debe ser el maestro:
“Un hombre de genio que conozca el corazón humano, y que le dirija con arte: un
sistema sencillo, y un método claro y natural, son los medios eficaces por
donde la sociedad puede hacer en pocos días extraordinarios y brillantes
progresos. Sin estos requisitos en vano se amontonarán preceptos y trabajos:
todo será embarazo y confusión.”
En varias cartas Bolívar se refiere al maestro. En la que le
escribió al general Andrés de Santa Cruz en 1826, recuerda al suelo nativo, y
le dice que allí se encuentran “… los
que nos han dado alma por la educación;..”, en otra de 1827, dirigida al
Sr. Mariano Cubi y Soler, lo alaba por “su
consagración hacia el objeto más noble que puede ocupar al hombre: ilustrar a
sus semejantes…” y, finalmente, en 1829, le escribió a José Fernández Madrid (1829) sobre Andrés
Bello y le dice: “Yo conozco la superioridad de este caraqueño contemporáneo
mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto.
Su esquivez nos ha tenido separados en cierto modo, y, por lo mismo, deseo
reconciliarme: es decir, ganarlo para Colombia.”
Saludos cordiales para mis colegas y amigos
Antonio Luis Cárdenas Colménter
alcardenas@cantv.net
(1) Ver la nota que aparece en la Carta N° IXX
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