miércoles, 28 de marzo de 2012

DESTRUIR LAS UNIVERSIDADES DE MAYOR PRESTIGIO Y TRADICIÓN


DESTRUIR LAS UNIVERSIDADES DE MAYOR PRESTIGIO Y TRADICIÓN
                                                                                                           Antonio Luis Cárdenas Colménter
Uno de los objetivos del actual gobierno es destruir las universidades de mayor prestigio y tradición, las que han formado y siguen formando a miles de profesionales bien capacitados, las que, en Venezuela, realizan la mayor cantidad de investigaciones y las que, además, contribuyen a divulgar la cultura y la ciencia. Este maligno deseo del actual gobierno se debe a que estas universidades defienden los principios democráticos, entre ellos, la libertad y no se someten a los designios de un gobierno y menos a los de un tecnócrata. Con la que se han ensañado más es con la Universidad Central de Venezuela que, como paradoja para un gobierno que se dice bolivariano, fue la que respetó y quiso más Bolívar entre las universidades de los países que él libertó y que en su época se llamaba Universidad de Caracas (1).
A continuación reproduzco el magnífico editorial publicado hoy por el diario El Nacional:  
A las 5 de la madrugada de ayer martes 27 de marzo un pelotón de pistoleros encapuchados tomó por asalto las instalaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central. Pocos días antes habían sido incendiadas dependencias de la Facultad de Derecho. Estos episodios se suman a las agresiones armadas, incendios y destrucción que vienen traduciendo la política antiuniversitaria del régimen bolivariano. Las universidades autónomas han sido el objetivo militar y político del Gobierno.
En estos trece años de oscuridad, la UCV y los otros centros de educación superior han sobrevivido a una guerra incesante que ha tenido tres vertientes: en primer lugar, el discurso siempre agresivo e intemperante del Presidente de la República. En segundo lugar, la guerra económica. Los presupuestos de la UCV son siempre reconducidos, el Gobierno manipula los recursos del Estado y los utiliza de manera discriminatoria, como premios y castigos. En tercer lugar, el desamparo que la UCV padece en materia de seguridad como consecuencia de su autonomía y pluralismo.
Frente a una guerra oficial declarada y persistente, los ataques, tomas, atentados, secuestros, incendios, y como ahora, ocupaciones armadas de toda una facultad, nadie debe extrañarse de los avatares a que está condenada por la revolución bolivariana la primera casa de estudios de Venezuela. Es una verdadera vergüenza que un Gobierno se decida a obstaculizar el desarrollo y la marcha normal de instituciones como la UCV, dedicada a la formación de miles y miles de jóvenes.
Ante estos hechos bochornosos de encapuchados oficiales y de agentes del desorden armado, es inevitable señalar que la mayoría de altos funcionarios que el régimen utiliza para esta guerra son egresados de la propia UCV. La han traicionado y se han puesto al servicio de la sargentería que a través de la historia no ha cesado en el combate que las fuerzas retrógradas han desatado contra la cultura y la inteligencia.
Doblegados ante la barbarie, los egresados de la UCV que fungen de ministros o ideólogos del régimen militar se confabulan contra sus intereses, conspiran y tratan de estrangular la casa que los acogió, formó y protegió en no pocas ocasiones. Ya es hora de que dejemos de culpar a los sargentos. Por esta equivocación que tomó cuerpo en otras épocas, no pocos universitarios eludieron sus responsabilidades.
Nadie les pide a los universitarios del régimen bolivariano que renuncien a sus ideas. Sólo se les reclama que respeten las ajenas y comprendan que una universidad no es un cuartel. Que no le tengan tanto miedo al comandante. Deben ser un factor de moderación y de entendimiento porque de la cultura universitaria depende el futuro de la nación. Están en el deber de condenar estas acciones terroristas que destruyen el patrimonio universitario, atentan contra la libertad de cátedra, y crean zozobra en toda la comunidad.”
Mérida, 28/03/12

(1)    Ver en este mismo blog la CARTA A LOS MAESTROS Y PADRES DE FAMILIA. XXIV y el artículo titulado ACABAR CON LAS UNIVERSIDADES.

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