lunes, 13 de febrero de 2012

CARTA A LOS MAESTROS Y PADRES DE FAMILIA. XX




CARTA A LOS MAESTROS Y PADRES DE FAMILIA. XX
                          IDEARIO EDUCATIVO DE BOLIVAR. II 

Apreciados colegas y amigos
En esta segunda carta sobre Bolívar y la educación, voy a referirme al concepto que él tenía del maestro, entendido como un docente en cualquier nivel del sistema educativo. 

En el apéndice a la Constitución relativo al Poder Moral propone, como una de las funciones que debía cumplir el Areópago, que designara “ a la veneración pública los institutores e institutrices que hayan hecho mayores adelantamientos en sus colegios…” (1) y más adelante agrega: “Este empleo será el más considerado, y los que lo ejerzan serán honrados, respetados y amados como los primeros y más preciosos ciudadanos de la República.” 

En enero de 1824, al enterarse Bolívar que Simón Rodríguez había regresado a Colombia, le escribió una carta en la que le decía: “¡Oh mi maestro¡ ¡Oh mi amigo¡ Oh mi Robinson, Ud. en Colombia¡ Ud. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito.” Y más adelante agrega: “Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso.” … “Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel y Ud. no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos, ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que yo planté; voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo.”

A Santander le escribió para pedirle que le diera dinero a Simón Rodríguez para que fuera a verlo, porque él había sido su maestro y su compañero de viajes, y agregaba: “es un genio, un portento de gracia y de talento para el que lo sabe descubrir y apreciar… Él es un maestro que enseña divirtiendo…”

Para comprender mejor el amor que sentía Bolívar por su maestro, creo necesario recordar el estado de postración en que él había caído luego de la muerte de su esposa. En Viena Bolívar, con sólo 21 años de edad, pensó que se iba a morir, pero Rodríguez logró sacarlo de ese estado y reanimarlo. Según sus propias palabras, le “hizo comprender que el amor no era todo en la vida de un hombre, y que la ciencia y la ambición podían hacerlo a uno muy feliz…” (Carta a Teresa Laisney de Tristán. París, 1804. 

En el artículo publicado por Bolívar, citado en la carta anterior, dice: “… el hombre generoso y amante de la Patria, que sacrificando su reposo y su libertad  se consagra al penoso ejercicio de crearle Ciudadanos al Estado que le defiendan, le ilustren, le santifiquen, le embellezcan, y le engendren otros tan dignos como él, es sin duda benemérito de la Patria: merece la veneración del Pueblo y el aprecio del Gobierno. El debe alentarle, y considerarle distinciones honrosas.” En párrafo aparte agrega: “El Gobierno debe proceder como hasta aquí: elegir entre la multitud, no un sabio, pero sí un hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible, dócil, franco, en fin en quien se encuentre mucho que imitar y poco que corregir.” Casi al final del artículo precisa más como debe ser el maestro: “Un hombre de genio que conozca el corazón humano, y que le dirija con arte: un sistema sencillo, y un método claro y natural, son los medios eficaces por donde la sociedad puede hacer en pocos días extraordinarios y brillantes progresos. Sin estos requisitos en vano se amontonarán preceptos y trabajos: todo será embarazo y confusión.” 

En varias cartas Bolívar se refiere al maestro. En la que le escribió al general Andrés de Santa Cruz en 1826, recuerda al suelo nativo, y le dice que allí se encuentran “… los que nos han dado alma por la educación;..”, en otra de 1827, dirigida al Sr. Mariano Cubi y Soler, lo alaba por “su consagración hacia el objeto más noble que puede ocupar al hombre: ilustrar a sus semejantes…” y, finalmente, en 1829, le escribió  a José Fernández Madrid (1829) sobre Andrés Bello y le dice: “Yo conozco la superioridad de este caraqueño contemporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto. Su esquivez nos ha tenido separados en cierto modo, y, por lo mismo, deseo reconciliarme: es decir, ganarlo para Colombia.”

Saludos cordiales para mis colegas y amigos
                                                               Antonio Luis Cárdenas Colménter

alcardenas@cantv.net


(1)   Ver la nota que aparece en la Carta N° IXX

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